Sesgo de confirmación: solo veo lo que me conviene

la tendencia a buscar, interpretar y recordar la información que confirma lo que ya creemos, y a descartar o restar importancia a la que lo contradice.
Diana Yulieth Socha Hernández
Diana Yulieth Socha Hernández

Alguna vez creí firmemente en una dieta, yo pensaba que era la mejor del mundo, solo comer piña y atún durante el día. Lo rectifiqué cuando busqué en internet y, entre miles de resultados, muchos negativos, yo me quedé solo con los testimonios que decían que funcionaba. Ignoré los estudios científicos que la cuestionaban o las experiencias negativas. No lo hacía a propósito, mi cerebro lo hacía por mí.

Ese es el sesgo de confirmación.

Este fenómeno describe la tendencia a buscar, interpretar y recordar la información que confirma lo que ya creemos, y a descartar o restar importancia a la que lo contradice.

Este sesgo no surge de la mala fe, sino de una necesidad humana básica: la coherencia. Nuestro cerebro busca mantener una narrativa interna consistente, porque aceptar que podemos estar equivocados genera incomodidad y amenaza nuestra identidad.

Por eso, cuando leemos una noticia o vemos un video que coincide con lo que pensamos, sentimos alivio, incluso placer, cuando ocurre lo contrario, tendemos a dudar, a desconfiar o a justificar por qué «esa fuente no es fiable».

En el entorno digital, el sesgo de confirmación se amplifica. Los algoritmos de redes sociales aprenden lo que nos gusta y nos muestran más de lo mismo: más contenidos que confirman nuestras ideas, más publicaciones que refuerzan nuestros valores, más voces que piensan igual. Así se construyen las burbujas informativas, donde el disenso parece una amenaza y la verdad se fragmenta en versiones personalizadas.

El problema no es sólo individual, sino colectivo. Si cada grupo social o político solo valida los datos que refuerzan su narrativa, el diálogo se vuelve imposible y la polarización crece. La verdad se convierte en algo negociable, moldeado por las emociones y no por la evidencia.

Reconocer el sesgo de confirmación no significa dejar de tener opiniones. Significa ser conscientes de que nuestra mente no siempre busca la verdad, sino la comodidad. La alfabetización digital pasa por ejercitar la duda, contrastar fuentes, leer aquello que nos incomoda y aceptar, con humildad, que podemos estar equivocados.

En un mundo saturado de información, pensar críticamente es una forma de resistencia.

Diana Socha Hernández

@dianasochacuenta

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